Derecho Y Literatura ["Somos lo que leemos, somos lo que escribimos"]

“Libro I: de las penas”: María Dolores Borges, Premio de poesía 2008 INJUVE

http://www.injuve.es/contenidos.downloadatt.action?id=770940394

Un encargo difícil

noviembre 2, 2009 | | Deja un comentario

ZARRALUKI, Pedro,   Un encargo difícil, Barcelona, Ediciones Destino, 2006.

1. ¿Quién es Pedro Zarraluki? ¿qué tipo de libros escribe? ¿has leído otras

novelas del autor? Busca noticias sobre este escritor.

2. ¿Qué es lo que más te ha interesado del libro? Elige un episodio o una

frase que te haya hecho pensar o que te haya llamado la atención.

3. ¿Cómo describe el autor la atmosfera social tras el fin de la Guerra civil

en España?¿cómo se mantiene el orden social? ¿cuál es el lugar del Derecho

en ese contexto?

4. Felisa García cree reconocer  la falta de arrepentimiento en  Benito Buroy

(p. 62) ¿Puede el Derecho exigir el arrepentimiento?  ¿qué sucede con el

sujeto amoral en el contexto del proceso?

5. El Capitán Constantino Martínez procede a un fusilamiento y

argumenta sobre la necesidad de exterminio del enemigo como única forma

posible de gestionar el rencor (p. 81-82). Busca en el Código Penal el delito de

genocidio ¿sería aplicable a la situación posbélica que ilustra el libro?

¿cuántas victimas son necesarias para que podamos hablar del delito de

genocidio? ¿qué tipo de acciones caben dentro del tipo? ¿qué relevancia tiene

para este delito la intención del actor?

6. La tormenta desentierra a los muertos del pequeño cementerio de la isla

de Cabrera. Piensa en las muertes que se producen en la novela y determina

si alguna de ellas puede considerarse la consecuencia de la aplicación de un

juicio conforme a Derecho  ¿Crees que tras un conflicto bélico es deseable y

posible el olvido?  ¿puede cimentarse la normalidad social sin recurrir al

Derecho? ¿crees que la impunidad puede ser el precio a pagar por la paz

social?

7. Leonor Dot y su hija Camila parecen haber sido condenadas a una pena

de confinamiento en la isla de Cabrera. ¿Qué queda del confinamiento o el

destierro en nuestro Código penal? ¿por qué han desaparecido este tipo de

penas?

8. Describe la relación entre Paco y Felisa García y piensa si tiene alguna

relevancia jurídica. Argumenta tu respuesta.

9. Muchos de los personajes de la novela arrastran culpas respecto a su

pasado, Leonor Dot (p. 221) recuerda a su marido quien se negó a fusilar a

un «reaccionario» sosteniendo que no quería a “un culpable cualquiera”, sino al culpable del

delito en cuestión. Si todos son culpables o responsables de un clima general

de violencia ¿donde queda la responsabilidad individual? ¿puede eximir la

responsabilidad colectiva de la culpa individual?

10. Markus Vogel consigue salir de la Cabrera haciéndose pasar por

Hermann Schmidt. Fantasea un poco con el personaje de Markus y

valorando lo que habría de suceder en Europa tras el verano de 1940 escribe

brevemente un futuro para él.

11. Piensa alguna pregunta que te gustaría plantearle al autor de Un encargo

difícil.

Ante las puertas de la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.

La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:

-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:

-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.

Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.

-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.

-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?

El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:

-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Law, say the gardeners, is the sun,
Law is the one
All gardeners obey
To-morrow, yesterday, to-day.

Law is the wisdom of the old,
The impotent grandfathers feebly scold;
The grandchildren put out a treble tongue,
Law is the senses of the young.

Law, says the priest with a priestly look,
Expounding to an unpriestly people,
Law is the words in my priestly book,
Law is my pulpit and my steeple.

Law, says the judge as he looks down his nose,
Speaking clearly and most severely,
Law is as I’ve told you before,
Law is as you know I suppose,
Law is but let me explain it once more,
Law is The Law.

Yet law-abiding scholars write:
Law is neither wrong nor right,
Law is only crimes
Punished by places and by times,
Law is the clothes men wear
Anytime, anywhere,
Law is Good morning and Good night.

Others say, Law is our Fate;
Others say, Law is our State;
Others say, others say
Law is no more,
Law has gone away.

And always the loud angry crowd,
Very angry and very loud,
Law is We,
And always the soft idiot softly Me.

If we, dear, know we know no more
Than they about the Law,
If I no more than you
Know what we should and should not do
Except that all agree
Gladly or miserably
That the Law is
And that all know this
If therefore thinking it absurd
To identify Law with some other word,
Unlike so many men
I cannot say Law is again,

No more than they can we suppress
The universal wish to guess
Or slip out of our own position
Into an unconcerned condition.
Although I can at least confine
Your vanity and mine
To stating timidly
A timid similarity,
We shall boast anyway:
Like love I say.

Like love we don’t know where or why,
Like love we can’t compel or fly,
Like love we often weep,
Like love we seldom keep.
Más sobre Wystan Hugh AUDEN:
http://es.wikipedia.org/wiki/Auden

Irlandés

Dame el derecho de peaje
por la escalera de grano hacia tu sueño,
el derecho de peaje
por el sendero del sueño,
el derecho de poder extraer turba
de la pendiente del corazón,
mañana.

*

BLANCO, blanco, blanco
como barniz de reja,
se alinean las leyes
y marchan
hacia adentro.

[De Paul Celan, Hebras de sol [1968], trad. E. M. Fernández-Palacios y J. Siles, Madrid, Visor, 2002]

«Estos dos poemas son de Paul Celan (1920-1970). Celan, poeta judío rumano que ha dejado huella, sí pudo escribir poesía después de Auschwitz, pero sucumbió al tormento de la rememoración –sus padres fueron asesinados en un campo de exterminio, él mismo estuvo en un campo de trabajo– y se suicidó arrojándose al Sena en 1970. Dos ius-poemas del Celan tardío, definitivo, que tiende ya al silencio y al enmudecimiento metafísico.  » (Pablo Miravet Bergón, poeta en tránsito)

Más: http://pohemia-walo.blogspot.com/2007/11/la-muerte-es-un-maestro-venido.html

HA SIDO EL BECARIO

«Aleluya», LORENZO SILVA
(Campus, Suplemento de EL MUNDO, miércoles 12 de noviembre de 2008, número 530)

Circula por muchas facultades de este país una teoría según la cual los universitarios españoles de hoy, como consecuencia inexorable de su deficiente formación previa, su actitud hacia el conocimiento centrada en la superación mecánica de las asignaturas y una visión de futuro en la que prevalece el pragmatismo inmediato, resultan ser por completo refractarios a cualquier propuesta cultural que se salga del marco estricto del programa académico. No vamos a negar que la formación que han recibido muchos de nuestros universitarios deja bastante que desear en cuanto al estímulo de sus inquietudes culturales. También está claro que para muchos de ellos el aprendizaje consiste en la ingesta de una lista tasada de contenidos regurgitables -aunque esto no es nuevo, ni fruto sólo de la actitud del que aprende, sino también de la estrategia del que enseña-. Y resulta evidente que esta sociedad en la que se nos invita a medir cualquier esfuerzo personal en función de su rentabilidad a corto plazo produce también su impregnación en el ánimo y el talante de quienes se encuentran cursando sus estudios superiores. Pero hay algo en la teoría que no es verdad: la suma de estos tres factores no da lugar al invariable desinterés de los universitarios por las propuestas que tratan de ampliar el horizonte de sus pesquisas y afanes. Es más: los que no aceptan esta idea preconcebida y luchan contra ella con tesón pueden llegar a propiciar una realidad felizmente contraria. Y no es que me lo hayan contado. Lo he visto.

El milagro, para otros inalcanzable, lo han logrado en la facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. Allí, un equipo compacto de profesores jóvenes y animosos, entre los que uno siente palpitar la más saludable y diversa curiosidad intelectual -no se puede transmitir lo que no se tiene-, ha logrado inculcar a sus discípulos la convicción de que un jurista no se hace sólo y exclusivamente a fuerza de aprenderse leyes y memorizar códigos. Entre otras cosas, se han atrevido a desafiar su estupor proponiéndoles como parte de las asignaturas de Derecho del Trabajo o de Filosofía del Derecho la lectura voluntaria de novelas contemporáneas, con las que ilustrar y mover a una reflexión personal sobre las instituciones y los conceptos propios de esas materias. Y los alumnos, puedo dar fe de ello, han respondido al desafío de una forma espectacular. Frente a las aulas tristes y despobladas con que uno puede encontrarse en las actividades culturales organizadas por otras facultades, en la de Derecho de Valencia llenan a reventar y hasta tienen que habilitar sistemas de videoconferencia para incorporar aulas suplementarias. Y nadie acude obligado o a rastras. Simplemente, se trata de gente joven a la que sus profesores han enseñado a disfrutar razonando y buscando nuevos ángulos a las cuestiones.

Viéndolos, a uno que pasó por una facultad de Derecho mucho más aburrida y angosta se lo come la envidia. Sana, por supuesto

Aleluya:

http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2008/527/1226444408.html

Sí, nuestro Kelsen también escribió poesía. Aquí tenemos su «Carpe Diem»:
«Pronto, Oh! pronto tu empalidecerás
Dejarás este bello mundo
Y serás olvidado
Por ello no debes preocuparte,
Siempre es hoy, nunca es mañana;
El tiempo es ilusión
No ensueñes lo muy lejano,
Puedes dar lugar a dichas cercanas
¡Sólo lo que tomas es tuyo! »
Para saber más:\»Hans Kelsen, Poeta\»; Doxa 19, 1996

Otra manera de «ver» el alquimista impaciente:

En la Web de Lorenzo Silva puedes encontrar algunos regalitos. Entre ellos, todos los primeros capítulos de las novelas en las que aparecen los casos de Chamorro y Bevilacqua:

http://www.lorenzo-silva.com/index_espanol.htm